Si nos apetece, podemos encontrar razones bastante interesantes, atractivas y picantes para que la vida bucólica nos atraiga. No hay que marearse mucho ni quebrase la cabeza, basta con ver unas cuantas películas porno y tener una mente un poco sucia para comprender lo que digo, pero apuesto a que son muchos los que me han entendido perfectamente, porque… ¿quién no ha echado alguna vez un polvo en el campo? Y si no lo ha hecho, ¿cuántas veces no habrá soñado con ello?
No es algo nuevo que me haya inventado yo hace apenas unos minutos. En todo el cine porno que podamos recordar, desde la década de los 80 donde hizo tanto furor hasta los videos xxx online actuales, tener sexo en un prado es un tema recurrente que se usa bastante. Al parecer, al público no le importa que en realidad las folladas campestres son de todo menos cómodas: andas en pelotas al aire libre, te clavas todo lo que pillas, uno no sabe en qué postura ponerse en ese terreno desigual, y no sería raro que te encuentres con bichos indeseables de diferentes tamaños y formas… todo eso nos la pela al parecer, no sé si porque nos importa muy poco lo que estén sintiendo los actores en ese momento, porque nos alegramos en plan sádico de que lo pasen un poco mal porque la envidia nos corroe, o simplemente porque nos vemos reflejados en ellos por haber vivido la misma experiencia que nos resultó placentera a pesar de esos pequeños detalles.
Por cierto que uno suele hacer esas cosas en un momento apasionado (dígase finamente de un calentón) con la parienta de turno, pero imagino que grabar una de esas escenas sexuales no debe ser fáciles para los actores porno en esas condiciones. Siempre el porno al aire libre debe ser complicado, no se tiene tanto control sobre todo el proceso de grabación como en un estudio cerrado, y pueden surgir mil y una complicaciones que no esperas y que pueden hacer que sea un episodio interminable… que por supuesto a unos gustará más que a otros o por lo menos los molestará de diferentes maneras (si entiendes lo que quiero decir). Nunca se ha dado el caso de que haya visto uno de estos rodajes en vivo, aunque es una pena porque estoy seguro que sería interesante. ¿Y si tratáramos de dar publicidad a un entorno rural gracias a algo así? La idea no es mala, con un poco de desarrollo sería la bomba.
Pero volviendo a nuestro tema, e intentado sentirnos atraídos por un escenario rural o campestre (no sé bien cuál sería la palabra exacta), seguro que muchos tenemos recuerdos bastante hot sobre este asunto. Al igual que antes he dicho que nunca he tenido la suerte de encontrarme con una escena de cine porno en directo en mis muchos paseos por esos montes de Dios, confieso que de vez en cuando sí que he pillado alguna que otra pareja teniendo sexo en vivo… vamos, para ellos era privado, pero para mí fue un espectáculo en directo bastante inesperado y placentero. Admito también que hice un poco de voyeur, pero sólo lo suficiente para comprobar que lo pasaban bastante bien, a pesar de ser un escenario bastante primitivo. ¿Será que, al fin y al cabo, los humanos nos sentimos atraidos por estas cosas, como parte del reino animal que somos? Quizá sea bastante verdad eso de que «la cabra al monte tira», pero en todo el sentido total de la frase, y aún no hayamos sido capaces de renunciar a esa parte animal y salvaje que vive en nuestro interior, tan instintiva como todo lo relacionado con el sexo.